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Citas breves desde la trinchera

viernes, 20 de octubre de 2006

Crónicas de un templario (III)

Tiempo después de que fuiste capturada, tuve que recluirme en un monasterio para expiar mis pecados. Después de 6 meses me enteré por otras fuentes que habías logrado escapar de tu encierro. Logré verte de nuevo con ojos más naturales, sin el odio que encerraba por haberte dejado capturar.

Sin embargo, una vez estuve a punto de perder la vida ante un dragón. Al estar pensando en tí, logré armarme de valor para enfrentarlo, pero siento que mis fuerzas y habilidades no son suficientes, por lo que tengo que recurrir a la gracia de Dios para lograr derrotarlo, para luego buscarte, amarte en tu libertad, protegerte de las amenazas, especialmente de tí misma. No he podido verte porque la batalla es dura, y librar el Buen Combate en compañía de mis compañeros de batalla me exige dar lo mejor de mí mismo, aún cuando lo mejor de mí mismo va dedicado a tí, ángel...

Has caído del cielo de donde proviene mi principal Superior, con un mensaje de amor y amistad a todos los combatientes. Muchos te han buscado para sanar sus heridas, para poder pasar ratos agradables, para protegerte con sus medios, y yo no parezco especialmente destacado entre todos ellos...

¿Qué debo hacer para que me tomes en cuenta? ¿Cómo voy a poder distinguirme de los demás? ¿Cuánto tiempo me queda? ¿Podrás comprender lo que siento una vez que lo externe? ¿O saldrás huyendo para no volver a ser lastimada como con tu viejo captor?

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